Mixpov

De la nada en medio de la tarde rutinaria de un lunes, me solté a llorar, pero no era un llanto normal, era más de esos que no te dejan respirar, que te quitan el aliento… 

Al cabo de un rato entre lagrimones que caían de mis ojos me empecé a asustar tenía la camiseta empapada, intenté secarme con una toalla, pero no funciono corrí a la cocina y tomé un tazón, tremendo reguero he hecho por toda la casa, parecía como si me estuviera escurriendo por dentro, pero la cosa empeoro, y al empezar a llenar el tazón me percaté como el agua adentro se empezaba hacer sopa, fideos y todo, un caldo de lágrimas con el espesor y olor entre un ramen y una sopa de pollo. 

¿Cómo es que esto pasa? me pregunté. Y cuando el tazón estaba a punto de quedar lleno pare de llorar.

Y ahí estaba yo en medio de la cocina con un tazón de sopa de lágrimas, lejos de sentir asco no podía negar que se veía bien y desde donde provino la sensación de llorar, de ese mismo lugar se me despertó un hambre voraz, y sin pensarlo mucho, empecé a devorar la sopa, sin educación ni modales, con las manos acercando el tazón a mi boca, olorosa y gustosa, con notas suaves y contrastes fuertes, la mejor sopa que he comido. No me detuve hasta terminar.

Durante un momento mire fijo a la pared con la mirada perdida como intentando recuperar el sentido después de un ataque físico del que uno no tiene control. Y una tercera ola me golpeo, mi estómago se empezó a inflar, sentí náuseas como si aquel bocado sabroso me hubiera intoxicado,corrí al baño porque pensé que iba a vomitar me envolvió ese hedor y esa sensación que se tiene justo antes de volcar todo lo que se trae adentro en el inodoro, pero a pesar de ejecutar un par de arcadas, nada pasó, o mejor dicho nada salió. 

El malestar se mantuvo como si la sopa de lagrimas dentro de mi me estuviera indigestando. Ahí sentado en el baño, entre preocupado, asombrado y algo traumatizado me pregunté: ¿Por qué me lo volví a tragar?.