Yo le quería decir que me gustaba más de lo que le había dicho que me gustaba, justo cuando dijo que no creía que había ese alguien para cada persona, mientras me miraba de reojo. Ese tuvo que haber sido el segundo momento más incómodo de la noche, después de nuestro saludo casual en la entrada. La verdad es que la velada no pintaba como esperaba. Nos encontramos para tomar la noche siguiente de mi arrebato, donde le confesé por un mensaje que me volvía loco y hasta ahora no hemos podido hablar. Unos “amigos” nos hicieron la segunda en la barra, y la conversación me hace alucinar y ver indirectas donde no las hay.
Cada minuto estoy más preocupado y acongojado, al final nos hemos visto en miles de ocasiones, pero bueno… son pocas las veces que te abres entero a una persona y lo arriesgas todo, y ahí estaba tranquilamente terminando su “gin tonic” y bromeando con amigos, y yo preguntándome ¿Qué dice el juez? ¿Cuál es el veredicto?. Trato de disimular, vamos, que no es sexy la falta de confianza y la inquietud. Sonrío de cuando en cuando, intento hacer contacto visual, pero me sudan las manos y tengo la sensación de que todos saben que no la estoy pasando bien ¿Cómo es que la falta de certeza sobre un sentimiento correspondido puede ser tan asfixiante? Al final cuenta lo que uno siente ¿No?.
Me bebo mi cerveza de un solo trago.
—¡Voy al baño!—digo en voz alta, mientras me alejo de la barra. Caminando de vuelta entre la gente me siento ahogado, claustrofóbico.
—Todo esto fue una mala idea—me repito a mí mismo. Los amigos ya no están. Su mirada está en un vaso medio vacío, me siento, nuestras miradas se cruzan, suelta el vaso y acerca su mano a mi hombro. Sus labios y su respiración ahora están a centímetros de mi oreja. Sus labios se mueven—También me gustas—me dice. Con timidez toma mi mano y la suelta —¿En qué piensas? Te note un poco preocupado—me pregunta.
—En nada—respondo con total sinceridad, no logro recordar lo que pensaba o qué era lo que me preocupaba.
Mixpov 