Basado en hechos reales

Preside la Corte de Asuntos Familiares la honorable jueza en el caso de la ex pareja: doña María Mayela y don Leopoldo que se presentaban frente a la justicia después de varios intentos para conciliar la cuota de manutención familiar.

—Señora jueza le vengo a pedir que le exija a mi ex marido que me pague lo que me corresponde por mes ¡Estoy demandando la suma de treinta mil!— dijo María Mayela con un tono demasiado solemne incluso para un juzgado.

—Ya veo. Don Leopoldo ¿Cómo responde?—le dijo la jueza al hombre, quien encorvado y con un semblante de preocupación apenas la veía a los ojos. —Disculpe usted  señora jueza, lo que me pide esta señora es imposible. Yo no tengo un trabajo formal y no gano mucho, lo más que podría darle son 10 mil por semana.

—¡No! Simplemente no lo voy aceptar— refutó de inmediato y con enojo María Mayela. Hubo un silencio en la sala por unos breves momentos.

La secretaria adjunta y el fiscal que se encontraban presenciando el hecho, se volvieron a ver completamente confundidos y el oficial bajó su mirada y esbozó una sonrisa.

La jueza sorprendida por la situación y el desacato, frunció su ceño y miró a los protagonistas sin entender lo que sucedía. —Señora jueza por favor entiéndanme, 30 mil al mes es una cantidad demasiado alta, no puedo, simplemente no puedo, yo creo que 10 mil semanales es lo mejor que puedo hacer—dijo el hombre después del silencio incómodo.

María Mayela objetó. —¡Viejo sinvergüenza! ¿Cómo es que pretende sólo dar 10 mil por semana? Yo necesito los 30 mil al mes, tengo gastos, cosas que pagar, muy bonito darme cualquier cosa por semana. No señora jueza, no permita que este señor se salga con la suya.

—¡Es suficiente!— dijo la jueza ya un poco más exaltada. —No voy a permitir ofensas en mi corte, este es un lugar de respeto y me parece que ya he oído suficiente, puedo tomar una decisión, señora Maria Mayela le concedo su petición, en definitiva usted sabe lo que necesita y le conviene, don Leopoldo estoy segura que es un hombre responsable y le va hacer frente a la cuota.

Se levantó la jueza y se retiró a su oficina entre risas, mientras María Mayela salía de la sala satisfecha, mirando por encima del hombro al pobre diablo de Leopoldo que cayó sobre lo que ella pensaba su evidente superioridad analítica, agudeza de convencimiento y total uso de la razón.

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